DIARIO LA RIOJA

Las primeras pruebas de accesibilidad están previstas para febrero o marzo y la estación podría abrirse antes de junio

El armazón y la cubierta se encuentran muy avanzados y ya es posible distinguir la zona de las dársenas y el vestíbulo para viajeros

El armazón de la nueva estación de autobuses se encuentra muy avanzado y ya cobija los espacios que se convertirán en punto de confluencia de autobuses y pasajeros una vez que ésta entre en funcionamiento, previsiblemente antes de junio del próximo año, aunque las primeras pruebas de accesibilidad de autocares están previstas para febrero o marzo. Desde su interior sobresalen las enormes vigas que conforman el gran ‘esqueleto’ metálico, una ingente y compleja estructura de más de 2.000 toneladas de hierro que ya permite distinguir a simple vista la división de espacios y vislumbrar cómo será el edificio que, según los técnicos que trabajan en la obra, está llamado a ser «uno de los proyectos más atrevidos a nivel arquitectónico en España». Es más, según afirmó ayer el arquitecto municipal, Rafael Alcoceba, en la visita realizada junto a técnicos de LIF2002, «va a ser la estación más moderna del país», sólo comparable a la de Córdoba, y de mayores proporciones que otras de su entorno como la de San Sebastián y Vitoria.

A falta de la estructura de hormigón, los siguientes pasos son la cúpula, que se montará en tres meses, y el parque que se unirá al de la estación de tren por la parte superior y donde los operarios ya ejecutan estos días movimientos de tierra para la construcción de la fuente y el lago previsto en la zona. Será en su conjunto, como quiso destacar ayer el responsable municipal, un parque del tamaño de seis campos de fútbol, con una cafetería justo encima de la estación que ya ‘corona’ la parte más alta del edificio según se puede ver desde el exterior.

El conjunto va a ser «mucho más que una estación de autobuses», va a ser una obra singular que «va a estar en todas las revistas de arquitectura y que mucha gente va a venir a ver». Alcoceba, que afronta esta obras después de 40 años de ejercicio como arquitecto municipal «con un gran orgullo», destacó, además, sus altas prestaciones que velarán, sobre todo, por la seguridad peatonal, la accesibilidad y la rapidez e inmediatez en su uso.

El responsable explicó ayer los detalles desde la zona del ‘vestíbulo’, de 1.500 metros cuadrados, con acceso a 40 dársenas, 10 de ellas reservadas para aparcamiento de autobuses fuera de horario de servicio. Desde esta zona central fue indicando los distintos emplazamientos de la zona de taquillas, cafetería, entrada de autobuses desde Bécquer y salida por Colón hacia Lobete. El aspecto de la fachada principal mantendrá la estética de la estación de tren, mientras que el resto del edificio será revestido de una malla metálica de acero por la que entrará la luz y el aire.

Con una inversión de 16,3 millones de euros y un plazo de ejecución de 18 meses, las obras comenzaron en enero del 2017. A falta de once meses para que se cumpla el plazo, Alcoceba se mostró ayer convencido de que se cumplirán los plazos. «Pese a la complejidad técnica de la obra, no ha habido contratiempos y vamos bien», aseguró.

La previsión es que el parque (donde estos días culminan en su parte más alta las obras de encofrado previa a una próxima plantación de especies vegetales) entre en servicio antes que la propia estación, condicionada a su vez por los contratos de material informático y mobiliario que deberán llevarse a cabo.